11/7/09

El mejor sueño de tu vida

Todo comenzó (algún tiempo atrás en la isla del sol) en una casa enorme, de esas que tienen habitaciones hasta en las habitaciones, puertas y pasajes por doquier, mucha madera, escaleras enormes, y un patio mundial. Era gigante ese patio, era como una ciudad dentro de una misma casa, que tenía vecindarios en sí misma. No lo puedo describir con palabras, si pudiera los invitaría a pasar a mis ojos para que vean lo que yo vi. Fue alucinante.

Bien, en esta casa que introduje anteriormente, había gente que realmente no conocía, no sé si los vi en tv o algo por el estilo, porque realmente no sé quiénes eran; pero siempre se cruzaba una pareja muy sexópata, la chica con remera color lila y un pantalón negro, cabellos negros que siempre revoleaba por los aires mientras apoyaba su trasero en el hombre con barba candado. Loco. Muy. También estaba Laura, Alan con la madre, padre, hermano y familiares, mis primos que no se qué pito tocaban ahí, junto con sus amigos (los cuales si conozco).

En medio de este alboroto de gente, salimos al patio todos; había sombrillas de colores y una pileta olímpica, se queda corta en la inmensidad y profundidad. Parecía un mar más que una pileta. Yo como buena nadadora (?) y la malla puesta me tiré a pasar un rato fresquita en el agua. A todo esto, flotando en la pileta podía ver el cielo estrellado, pero a la vez luz natural. Era de noche, pero de día. Cuando salgo, miradas furtivas me atacaban, pero sin ningún problema salí de la pileta y me encaminé a la silla más próxima, sin antes ir a colgar la toalla a una soga. Cuando estoy cerca, me para mi primo y me dice:

- ¿Qué hacés nena? tapate que te están mirando el culo todos mis amigos.

- Pero boludo que querés que haga, acabo de salir de la pileta, pretendés que me ponga un traje de neoprén para que no me miren. Y bueno está ahí y tengo puesta la malla.

Tengo que admitir que me tomó por sorpresa que mi primo Christian me diga eso, por ende agarré una toalla, me la até a la cintura y me senté en una reposera de plástico (de esas típicas de las carpas de la playa)

Al rato, que habrán sido nanosegundos, el paisaje cambió completamente...
Volvía a estar dentro de la casa, con la misma gente que antes, pero si mis primos.
Esta vez, no merodeábamos en la mansión, sino que salimos y comenzamos a recorrer las calles con Laura, Romina, la mamá de Alan y una procesión de gente, que verdaderamente no tengo idea quiénes eran. Estábamos ni más ni menos que en un country repleto de árboles, casas fabulosas, calles que daban a casas, nenes con bicicletas por todos lados. Había felicidad en el aire, la podía sentir chocando en mi cara, de tal forma q con solo estirar la mano, tomaba un poco de esa poción de alegría y me llenaba el centro de mi ser.

De repente, vemos un globo aerostático flotando arriba de nuestras cabezas, más que un globo parecía una montaña rusa, porque se zamarreaba de arriba a abajo como si estuviera en rieles que lo transportaran; daba vueltas, giros, se ponía de cabeza. Quién iba a pensar que nos deparaba a nosotras semejante incursión...

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