6/8/09

Say nothing

Fue como si el pecho se convulsionara, sentir en mis brazós cada golpe de queja que arremetía el corazón contra el torax. Los pulomones parecían querer salir despegados de la zona y muy fuertemente chocaban contra las costillas. ¿Qué más podía hacer? Me limité a sostener su pesado cuerpo, susurraba algunas palabras poco hilvanadas en su oido; una lágrima recorrió mi mejilla y se perdió en su pesado pelo. Lentamente su cuerpo comenzó a aflojarse, ya no se sacudía violentamente, pero su respiración era entrecortada y forzada. Admito que me asusté, algo me decía que no estaba bien, sostuve con todas mis fuerzas sus hombros para que no cayera; no quería verlo rendirse. Al instante un brusco movimiento me estremeció, y tenía miedo de mirar. Tomé su cara con mis manos y lo besé, palpé su cuello y no encontré pulso. Desafortunadamente sus palabras quedaron enterradas en el silencio y nuca pude decirle cuánto lo amaba..