11/6/09

Viejo Roble

La calle vacía, el tronar de las hojas al caer del viejo roble ceñido y tenaz; en una fría noche de otoño, la luna alumbraba las sombras de gente olvidada. Se escuchaban pasos invisibles y los cielos reian con gran furia. Las veredas, cubiertas con una espesa capa de hojas que solo algunos pocos disfrutaban de pisotearlas y escuchar su gracioso crujido.
Las alcantarillas comenzaban a desbordar de agua, las ahora inexistentes sombras, cubiertas por el espesor de las nubes negras, se escabullían detrás del viejo roble, rogándole a la noche que secara esa enorme masacre. Las hojas desaparecían, el viento no cesaba, las calles, como ríos furiosos que arrastraban las pocas sombras que todavía permanecían intactas, cobijadas por el enorme roble de oro.
Lo peor estaba por ocurrir; anunció el viento con un veloz torbellino de gases grises y monótonos.
La diminuta luna, solo tenía fuerzas para alumbrar al viejo roble que yacía en la calle desolada, donde el agua desapareció tan pronto como llegó. Los cielos se abrieron y las asustadas sombras reaparecieron resplandecientes al brillo de la plateada luna. Solo quedó el recuerdo del viejo roble, y el tumulto de hojas secas que ahora lloraban por él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

piba chorra gracias por pasarme el blog y gracias por dejarme firmar(?

siempre te voy a leer y a escribir tu admirador secreto!
jaj!

Koch