17/1/09

Una noche sin presagios

Todo puede empezar normal, por ejemplo con una buena cena. Un asado bastante completo para ser casero, molleja, chorizo, morcilla, bondiola, costillitas, vacío- y como no puede faltar- una buena ensalada sin condimentar para que nadie se pueda quejar. Es así va al gusto de cada uno, porque después tenés que destaparte los oídos de la cantidad de veces que escuchás- incluyéndome por supuesto- "uh esto tiene vinagre?". Y oraciones al estilo. Para acompañar un vino tinto, y anteriormente con una picada una cerveza. Luego de la amena comida, todos con la barriga llena de la exquisitez, la que les hable decide hacer su retirada a la computadora, ya que la tiene a mano, y aprovechando el caso; le interesaba saber si contaba con algunos buenos compañeros de noche que la quieran acompañar en una intensa incursión hacia lo desconocido. Como para variar, no pudo localizar a nadie dispuesto de aventurarse en medio de la noche. Por lo tanto con el ánimo un poco más decaído, una chispa vuela a su mente y la idea de la noche se topa justo con la incursionista perfecta. Así fue como a las 00:45 con tres acompañantes familieros deciden salir a tomar un helado. La noche estaba perfecta, con el viento necesario que roza las mejillas y el punto perfecto de calor, mezclado con el frio del helado, crearon una sensación de placer inmejorable a esas alturas. Obviamente que todo puede ser mejor, por eso es que tenemos una imaginación inmejorable y en ese preciso momento uno se sitúa donde más le conviene y con quienes desea estar. Después del relax heladero, la vuelta a casa siempre es distinta a la ida, esta vez, caminaba sola y dejaba que el viento volara mi roo vestido. Así por primera vez en unos cuantos días volví a experimentar esa sensación de libertad indefinida. Un consejo, pruébenlo, es exquisito. Home sweet, home. Ya adentrados, el celular, bendito aparato que comunica seres, me conectaba una vez más con el mundo exterior. Era de esperarse la presencia de aquel número en esa noche, por lo visto, me estaba perdiendo una fiesta a lo grande. Pero no podía hacer nada al respecto, el allá y yo acá. -Conformate querida mía- me dije. -Vos tenés la noche resuelta y veo que yo solo espero un cambio repentino de planes- lo cual nunca iba a suceder. Entrando en el terreno de la madrugada ya, decidí eventualmente desechar la idea de organizar algo; cuando el espíritu vagabundero jodón no picó el anzuelo la primera vez, no es muy probable que lo haga dos horas después. Y si, la tecnología existe, por ende me dediqué a ver una película, la cuál a los 15 minutos me aburrió y decidí subir a mi habitación a relajarme más de la cuenta, prender el aire, llevarme la compu y leer para alimentar mi deseo de sabiduría. Entre risas silenciosas y capítulos devorados, la hora pasaba al igual que las hojas. Así se hicieron las 5:27. Me sorprendió lo rápido que pasa el tiempo cuando uno está entretenido, simplemente me agarró por sorpresa. En ese mismo instante no tenía sueño, pero iba a intentar dormirme lo más pronto posible para no perderme toda la tarde del otro día. Para que! al instante en el que pensé en dormirme, todo el calor que rondaba por la bendita casa vino hacia mí. Una ola enorme de calor me abatió e hizo que todo mi cuerpo ardiera. Literalmente hablando, mi piel no daba más. Estaba molesta, el roce de las sábanas era incómodo, no soportaba más de 3 segundos en una misma posición y el calor me estaba agobiando. El aire acondicionado que me daba en la posición perfecta, el frio parecía esquivarme, porque mi cuerpo no bajaba la temperatura. Era totalmente desesperante. Decidí prender el ventilador, para además, tener el viento frío que me de encima. No hubo caso, el calor seguía decidido a arruinarme la noche. Entre vuelta y vuelta, pispiadas de reloj minuto tras minuto, se hacían como las 6:23. En ese momento prácticamente la rosca de sueño ya se había extralimitado y dado 4 vueltas sobre sí misma. No hubo caso, uno sueña despierto, en este caso, me tocó alucinar acerca de gente que entraba en mi casa, y los métodos posibles de escape, qué le pasaría a mi familia, a quién atacarían primero, qué podría hacer alguien como yo para evitar alguna situación peligrosa; después de muchas teorías lógicas e ilógicas que pasaban como flashes por mi cabeza, la luz entraba cada vez más clara por la ventanita. Ya las 6:58 -verán el grado de locura que no paraba de mirar la hora- no va más que escucho el ruido de la llave, un movimiento de pies, una respiración entrecortada de la habitación de enfrente y abajo, de mi hermana, una puerta que parecía abrirse o cerrarse, un sonido que no logré interpretar y silencio nuevamente. La excusa perfecta para levantarse del calvario de sábanas, bajé a inspeccionar que era lo que me había alarmado de esa forma. En un intento por abrir la puerta sin hacer ruido, fracasando totalmente ya que me tropecé con la silla, se cayó el desodorante y al intentar abrir la puerta, no solo hizo ruido sino que se topó con una bolsa que decidió interponerse en el camino de apertura de la misma. -Ok- pensé- si acá había alguien, seguro que ya tuvo tiempo, no solo de esconderse, sino que de desvalijarme toda la casa mientras yo intento no hacer ruido. Idiota.- Muy bien, una vez fuera de la habitación, miro para afuera, voy hasta el baño, me asomo por mi cocina, y descubro que no había nada. Como era de suponer, el calor ya me había trastornado completamente. Abro la heladera, agarro una botella de agua y me doy cuenta de lo sedienta que estaba. Al salir del congelador de mi habitación, que para mí era un horno considerando la temperatura corporal que mantenía, noto que fuera de allí hacia más calor que en mi cubículo. El humor repentinamente cambió, estaba más fresca por más calor que sentía, y el sueño de a poco fue haciendo efecto en mí. Me llevé la botella de agua e instantáneamente cuando entré en mi pieza sentí el frio y cómo mi temperatura bajaba delicadamente; ya no sentía esa necesidad de patear todo para no tener calor. Subo, me acuesto y tenía ganas de taparme, las sábanas ya no molestaban. Creo que a esta altura ya eran las 7:24, y la luz que entraba era proporcional al tamaño de la ventana, mejor dicho, la suficiente para que vea con total normalidad y no esté tanteando cosas en la oscuridad. Muy bien, llegó la hora de sentir como pesadamente caían mis párpados y lentamente el sueño se iba apoderando de mi, como descansaba todo mi cuerpo y relajaba los músculos después de una agobiante noche de desvelo.

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