Las alcantarillas comenzaban a desbordar de agua, las ahora inexistentes sombras, cubiertas por el espesor de las nubes negras, se escabullían detrás del viejo roble, rogándole a la noche que secara esa enorme masacre. Las hojas desaparecían, el viento no cesaba, las calles, como ríos furiosos que arrastraban las pocas sombras que todavía permanecían intactas, cobijadas por el enorme roble de oro.
Lo peor estaba por ocurrir; anunció el viento con un veloz torbellino de gases grises y monótonos.
La diminuta luna, solo tenía fuerzas para alumbrar al viejo roble que yacía en la calle desolada, donde el agua desapareció tan pronto como llegó. Los cielos se abrieron y las asustadas sombras reaparecieron resplandecientes al brillo de la plateada luna. Solo quedó el recuerdo del viejo roble, y el tumulto de hojas secas que ahora lloraban por él.
1 comentario:
piba chorra gracias por pasarme el blog y gracias por dejarme firmar(?
siempre te voy a leer y a escribir tu admirador secreto!
jaj!
Koch
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