He aquí el punto de inflección entre la desilusión y el amor.
Parte dos.
Me tiemblan los dedos, y se me humedecen los ojos cuando hablo de esto. Siempre fue todo tan abstracto, tan a la deriva, siguiendo la corriente y esperando un milagro. Tanto asi que soñé con el mar, que las olas me traían y me llevaban, me revolcaban; y dolía. Me sacaban a flote, respiraba y era feliz. Nuevamente otra ola hundía mi cuerpo y me dejaba sin respirr, presionaba mi pecho y rasgaba mi piel contra la arena, ardía, dolían las heridas. Pero siempre lograba recuperarme y seguir adelante. Y volvía a meterme en el mar, aún sabiendo que me revolacaría sacudiría, golpearía fuerte, pero también teniendo presente que traían esos momentos felices que todo lo curaban y hacían que al día siguente quisiera volver a aquel lugar.
Increiblemente un sueño revela mi vida, siempre supe que era asi, pero esto va más allá. Tan allá que se convierte en algo físico, en una persona, en dos, en un sentimiento nuevo, totalmente abarcador pero a la vez... hunde profundo el dedo en la llaga.
¿La tercera el la vencida? No lo soportaría. O si. QUizás si lo haría porque estoy ciegamente atada, no comprendo como, pero es la realidad. Perdono y amo. Uno siempre espera algo a cambio, y aunque no llegue lo espera; en algún momento vino, pero asi se fue. Volvió y se vuelve a ir, destruye todo a su paso y deja inválido al recepor de ese dolor. A pesar de todo siempre me convierto en la tonta que espera, que cree, que siente y no le importa. NO me importa porque lo que siento es real, solo espero que algún día me sea retribuido.